lunes, 24 de septiembre de 2012

Clepsidra (pero de arena)

Bueno, que ya sé que las clepsidras son de agua, pero es que me gusta tanto la palabra para viajar en el tiempo... así que lo hice de arena, como en el tiempo viajan las arenas del desierto inmortales, inmemoriadas, insomnes...
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Un grano de arena. Otro.
Otro.
Otro grano de arena.
Otro más, este tenía un color dorado más oscuro.
Otro.
11.237 granos de arena. No sé cómo lo hago pero soy capaz de llevar la cuenta. De los granos que caen, porque del tiempo es otra cosa. Eso -el tiempo- no se puede contar. Una vez estuve 15 años esperando, a pesar de que en los relojes y calendarios apenas habían pasado unas horas, o unos días, pero qué 15 años más largos...
De aquella me salieron canas en el alma.
Un grano de arena. Otro. Otro.
Otro grano de arena.
Otro más.
Es una especie de hipnosis, no puedo dejar de mirarlos y contarlos.
13.683.
Ya queda poco.
El tiempo sin ti se estira. El tiempo contigo encoje. Es un embrujo como el de los relojes de sol. Los relojes de luna son otra cosa, pero los de sol... ahh...
El tiempo sin ti se estira, los granos de arena de repente caen más despacio, casi ingrávidos a veces, a veces hay hasta que empujarlos un poco... y es cuando alguien que se cree mucho más listo que el resto dice eso de "¿y no sería mejor un reloj de cantos de río?".
Si los curas comieran piedras del río... no estarían tan gordos los tíos...