viernes, 5 de abril de 2013
Una cita interesante de un libro muy interesante
"Mi querida miss Gregory, hay muchas formas de sinceridad y de insinceridad. Cuando, por ejemplo, da usted gracias al que le acerca el salero, ¿piensa usted en lo que dice? No. Cuando dice usted que el mundo es redondo, ¿lo piensa usted? Tampoco. No es que deje de ser verdad, pero no lo está pensando. A veces, sin embargo, los hombres, como su hermano hace un instante, dicen algo en lo que realmente están pensando, y entonces lo que dicen puede ser que sea una media, un tercio, un cuarto y hasta un décimo de verdad; pero el caso es que dicen más de lo que piensan, a fuerza de pensar realmente lo que dicen" (G.K. Chesterton "El hombre que era jueves")
lunes, 24 de septiembre de 2012
Clepsidra (pero de arena)
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Un grano de arena. Otro.
Otro.
Otro grano de arena.
Otro más, este tenía un color dorado más oscuro.
Otro.
11.237 granos de arena. No sé cómo lo hago pero soy capaz de llevar la cuenta. De los granos que caen, porque del tiempo es otra cosa. Eso -el tiempo- no se puede contar. Una vez estuve 15 años esperando, a pesar de que en los relojes y calendarios apenas habían pasado unas horas, o unos días, pero qué 15 años más largos...
De aquella me salieron canas en el alma.
Un grano de arena. Otro. Otro.
Otro grano de arena.
Otro más.
Es una especie de hipnosis, no puedo dejar de mirarlos y contarlos.
13.683.
Ya queda poco.
El tiempo sin ti se estira. El tiempo contigo encoje. Es un embrujo como el de los relojes de sol. Los relojes de luna son otra cosa, pero los de sol... ahh...
El tiempo sin ti se estira, los granos de arena de repente caen más despacio, casi ingrávidos a veces, a veces hay hasta que empujarlos un poco... y es cuando alguien que se cree mucho más listo que el resto dice eso de "¿y no sería mejor un reloj de cantos de río?".
Si los curas comieran piedras del río... no estarían tan gordos los tíos...
viernes, 4 de mayo de 2012
Normas de obligado cumplimiento
jueves, 21 de agosto de 2008
Respuestas (Serie de la 21 a 25)
martes, 26 de febrero de 2008
Personitas adorables
Aunque es tan lenta comparada con los últimos modelos que circulan por ahí, me gusta esta fotocopiadora del pleistoceno, dar al botón verde y ver cómo salen las 50 copias, y que el teléfono se quede afónico de sonar, prefiero ver salir los papeles uno tras otro...
En realidad... lo que me gusta de verdad es abrir la puerta lateral por sorpresa y ver a los enanucos del bosque copiar a todo correr los originales, los pobres... algunos días les llevo té y galletucas... pero claro, a veces se lían y se les va la imaginación, porque el té con galletas se sabe que les hace soñar muyyyy alto y algunos se convierten en nubes blancas y regordetas con formas de animales. Pero después vuelven en sí y siguen copiando a todo correr torciendo la lengua y mirando con la cabeza de lado.
Es gracioso ver cómo se paran cuando pongo otro papel y todos miran al que da la orden de empezar y distribuye el orden de copia, que se queda expectante y con la mano en alto mientras se siente orgulloso de que lo hagan, y me miran desconcertados como diciendo “joooo, no debería estar mirando, ¿qué hacemos?” y tropiezan un poquito y siguen porque se acumula la tinta y las letras se ponen lloronas si no las hacen caso, tan caprichosas... porque algunas son pequeñas, pero las mayúsculas pesan mogollón y claro, alguno se cansa mucho mucho.
Pero después los compenso y les escribo algo bonito y en letras de colores o de chocolate para que cuando terminen y lo lean piensen “aaaaaay qué bonitoooo”, y vean que en el fondo también yo tengo un corazón... y después hacen una fiesta y bailan y hacen sonar cuernos diminutos de caracol para llamar a sus amigos.
Otras veces viene alguien y les digo “chsss” para que no hagan ruido y no los encuentren, menos cuando viene Genoveva, como siempre iluminando el pasillo con su sonrisa, entonces con tanta luz hay alguno que incluso se ciega y choca. Pero todos acuden corriendo a verla y sonreírla a través de una ranura que hay, y ella sin saberlo se vuelve infinita y adorable como siempre.
Y otras veces el cristal está tan limpio que no lo ven y choff!! luego no sé dónde meterme y me disculpo como si fuese yo el cristal o fuese culpa mía y les llevo a poner un poco de hielo en la narizota rojota. Pero ya se sabe que en estas situaciones todo el mundo hace que aguanta estoicamente y dice que “no, no pasa nada” y su nariz con el golpe, o un chichón como una pelota, y bueno... ya se sabe la cosa de reírse instintivamente de la humanidad ante el absurdo de una situación, la “minitragedia” convertida en comedia que se va aguantando y cuando por fin se marchan, menos mal, se me caen las lágrimas sin maldad con la risa, ay los pobres, y todavía se justifican al día siguiente y tras una semana "es que iba despistado, no pasa nada”..., ufff... personitas...
miércoles, 12 de diciembre de 2007
It's the end of the world as we know it ("es el fin del mundo como lo conocemos" canción de REM)
Sin embargo, ahora que el mundo se volvió loco y que todo fluye de un extremo a otro incontenible, desvelar un secreto que aflige equivale casi a los estúpidos comentarios de una cabra en sus diversos estados mentales, incluso cuando la cabra no tiene nada que decir, por eso no tiene sentido contarlo, y por ello dejaré que el mundo acabe con la parsimonia aparente del agua mansa que fluye.
Y aún así, al igual que los polos se atraen, todo tiene su contrapartida, y sé por ello que el Sol algún día secará la lluvia que borrará los recuerdos de encima de estas rocas... Menos mal que se me ocurrió apuntarlo, por si acaso. Que no se nos olvide. Mi secreto. Un recuerdo.
martes, 11 de diciembre de 2007
Las habas mágicas (?)
Ulises está que fuma en pipa. Justo después de arrojar algo de luz por la ventana sobre el asunto, y guardar el resto junto a la linterna del faro del Fin del Mundo, rojo de ira se aproximó a la figura que displicente estaba recostada en la hamaca que colgaba de lado a lado.
- ¡Capitán Nemo! ¡Jura que transportas las habas en potas!
- "Nemo plus iure transferre quod habere potes", querido - respondió el capitán con aire aburrido.
- ¡Pero júralo en un idioma que pueda entender, si no no me vale que lo repitas así, en esa lengua tan poco refinada!
- ¡Qué bruto eres a veces, Ulises! Anda y dame una naranja. Te dije que nadie puede transmitir lo que no posee, y yo no tengo habas, así que...
Ulises se volvió, examinando el horizonte desde la terraza, buscando claridad en sus ideas, algo definido, un hecho, un paisaje, un fragmento que diese sentido, que aportase una clave. Así, se embarcó en otro sueño.
jueves, 15 de noviembre de 2007
Si es que estamos hechos unos chavales!!
Menos mal que el señor conductor que, como siempre, nunca se ríe, puso algo de cordura.
El mar, idiota, el mar, :)
La brisa mueve tu pelo en una tarde de verano (nos falta el calor y el sol, que ya se escondió tras las nubes), y el mar te cuenta sus historias con las olas que vienen de tan lejos.
Te miro y no me hace falta hablarte, flotas como el horizonte y te conviertes en infinita con él. Podría acercarme a ti, tocarte, abrazarte, pero te siento como la arena fina que se escapa entre los dedos. Y me gusta así. Te veo sin que me veas. Y no quiero romper esa magia. Te veo como si estuvieses lejos... y a la vez así, tan cerca.
Respiras hondo y yo sonrío. Ahora ya no llueve y pienso que ojalá aguante así, que ya nos mojamos bastante antes.
Tus ojos se mueven, ven esa nube con forma de hipopótamo, la otra de cocodrilo. Te das vuelta:
- ¡Qué callado estás! A ver si te vas a quedar dormido.
- No, qué va... ¿Qué tal?
- Guay
Yo sonrío sin que me veas y te dejo volver a ser infinita, mirando la orilla y el reflejo de la luz que poco a poco se apaga, oyendo las historias de ese mar que intenta conquistarte, y las olas que van y vienen, como un péndulo... y flotas allí, sobre el horizonte.
You've got a letter (Tienes una carta)
- ¿Y qué cuentas en ellas?
- Cosas sobre los sitios en los que he estado
- ¿Sitios como cuáles?
- La copa de un árbol, lo alto de un precipicio, y el faro en que estamos ahora.
- ¿Y los demás sitios?
- ¿Qué otros sitios? En otros sitios no he estado, o he estado de pasada, o sólo me los he imaginado.
martes, 7 de agosto de 2007
Por fin es viernes!!!
hoy me he levantado pronto
y no me importó,
fue bonito ver amanecer.
Por si viernes a verme
traje de la lavandería
los sábados blancos limpios
para mi cama y ordené la habitación.
Por si viernes a verme
descolgué el calendario
y lo dejé escondido
bajo una caja de zapatos,
y escondí también
todos los relojes
en el fondo del armario,
bajo llave.
Por si viernes a verme
desconecté el teléfono
y he alquilado unas películas
antiguas
en blanco y negro
y he puesto cojines nuevos
para sentarnos en el suelo,
he tapado ese cuadro
que te incomodaba
y he puesto sobre él
una tela con una sonrisa
que, como yo dibujo tan mal
- ya sabes - ha pintado un amigo.
Por si viernes a verme
he llenado la bañera
con pétalos de rosa
sobre el agua tibia con sales,
que sé que tanto te gusta,
y en el toallero he dejado
dos salvavidas.
Por si viernes a verme
fui a comprar incienso
y patatas fritas.
Por si viernes a verme
he roto los espejos
he abierto las cortinas
y he limpiado el polvo
que tapaba ya las fotos viejas,
pero no abriré las ventanas
para que después no se escape tu recuerdo.
Por si viernes a verme
hoy no he llorado ni he reído,
sólo espero a que llegues
y me inundes con tu alba.
Por si viernes a verme
he comprado un disco
para bailar mientras hablamos
con las estrellas,
o simplemente escucharlo,
he cerrado todos los libros,
pero he dejado a mano
una pluma
y una página en blanco.
Y finalmente
como hoy no llueve
y en la calle casi no hay gente
porque ya empieza a ser tarde,
me iré a dar una vuelta
y después esperaré
en la acera de enfrente
mirando a la ventana,
porque prefiero no estar en casa
por si al final vas
y no viernes a verme...
lunes, 30 de julio de 2007
Tío Vital y la raposa
Ocurrió un día... Fue un día Tío Vital con su pareja de bueyes y su carro, a buscar madera al Monte Sobresoto y, cuando estaba amontonando los tocones, se dio cuenta de que había uno más grande que pesaba mucho y él solo no era capaz de echarlo arriba (al carro).
Piru ancués cargalu enti los dos, icióle l’osu a Ti Vital
Pero después de cargarlo entre los dos, le dijo el oso a Tío Vital
Tan e mentris Ti Vital enacababa acoloñar la leña nel carru, l’osu acurrialgóse illí cerca, al asubiu un matu.
Mientras Tío Vital acababa de amontonar la leña en el carro, el oso se tumbó allí cerca, a la sombra de un matorral.
Esti ni supía qué acontestála, piru l’osu icióle,
Este no sabía qué contestarla, pero el oso le dijo,
Piru la raposa, que nu aparaba abadial e carpíyasi que juera l’osu, golvióu a llamálu jaciendu la mesma prigunta
Pero la zorra, que no se quedaba tranquila y se temía que fuera el oso, volvió a llamarlo haciendo la misma pregunta
Mu leticiegu porque bíase librau l’osu, Ti Vital llamó a la raposa pa que birlara. Cuerriendu polos aquellos panduscalis abaju, allegósi jast’ond’istaban e, condu achisvóu l’osu arruciagáu, la raposa apúsose mu contenta e icióu que, postu que graciucas a ella bíase podíu librar l’osu e apurrili’l güey, jostu juera qu’en rincompensa l’apurriera daque gallina colos sus pollucos pa gandumialos, pos tuviya mucha gazuza.
Muy contento porque se había librado del oso, Tío Vital llamó a la raposa para que bajara. Corriendo por aquellas pendientes abajo (panduscal es una pendiente irregular y con matorrales), llegó hasta donde estaban y, cuando vio al oso matado, la zorra se puso muy contenta y dijo que, puesto que gracias a ella se había podido librar del oso y darle el buey, sería justo que en recompensa la diera una gallina con sus pollitos para comerlos, pues tenía mucha hambre.
Él icióu que güenu, qu’en golviendu a la su casuca se los apurriría.
Él dijo que bueno, que en cuanto llegase a casa se los daría.
Piru... tan e mentris qu’istaba desacoloñandu los travaseros, la mujer de Ti Vital notóle daque ajurniáu e apriguntóle qué socidía. Astonzas él icióla lo que bía socidíu col osu e cómu graciucas a la raposa bíase librau l’osu e apurrili’l güey. Ancués icióla que metiera’n daque sacu la gallina e los pollucos pa jorricáselos a la raposa, qu’istaba asperandu a la “Campa’l Oteru”.
Pero... mientras estaba descargando los tocones, la mujer de Tío Vital le notó un poco agobiado y le preguntó qué ocurría. Entonces él la dijo lo que había sucedido con el oso y cómo gracias a la zorra se había librado del oso y darle el buey. Después la dijo que metiera en un saco a la gallina y los pollitos para llevárselos a la zorra, que estaba esperando en el “Campo del alto”.
Diba la raposa tan leticiega col sacu a cuestas, que ni s’apurrióu cuenta la regudeña, piru condu diba asubiendu pola cambera riba, encetó a agoler l’aire arzandu’l jocicu e iciendu
Iba la zorra tan contenta con el saco a cuestas, que ni se dio cuenta del engaño, pero cuando iba subiendo por el camino arriba, empezó a oler el aire levantando el morro y diciendo
Y diz que, tan e mentris diba cuerriendu pola cuesta riba, la raposa diba iciendu
Y colorín coloráu... pola chimenea asúbisi al tejáu.
Y dicen que, mientras iba corriendo por la cuesta arriba, la zorra iba diciendo
Y colorín colorado... por la chimenea se sube al tejado.
lunes, 16 de julio de 2007
Los hombres no lloran... o sí?
- Y así debe ser - afirmó finalmente y a modo de sentencia el capitán con su voz atronadora - porque así me lo contaron.
Esa noche Sam tenía el segundo turno de guardia allá subido, con la única base del mástil, con la única compañía de las velas, enrudecido por la larga travesía que llevaban, casi tres meses de navegación, seis abordajes y sólo cinco noches en puerto, pero él no desfallecía, quería ser uno más de aquellos hombres encurtidos y encallecidos en mil batallas por todo el Caribe y ganarse su respeto y admiración.
Es así que bajó a cubierta en el cambio de turno, ávido hasta el alma, por mil demonios de los que habitan los arrecifes, de un trago de ron, y no obstante con la extraña sensación de haber notado cierto gimoteo en Rack, su sustituto en la vigilancia.
O quizá era la niebla, esa dama blanca que como un fantasma tanto engaña...
Más extrañado se quedó al llegar a cubierta y ver a toda la tripulación junto al capitán bebiendo en silencio o cabizbajos, alguno incluso enjuagándose la cara.
Fue a decir algo pero Little Penny le hizo un gesto para que callara y le indicó el camino de la cocina. Allí Little Penny le asió del hombro y le dijo “ten cuidado con lo que dices, el capitán se ha puesto a contar historias de su niñez, ha contado la de su mascota, otra vez, y ya sabes cómo es esto”.
Encuentros "dimensionales" en fases extrañas...
Desde luego tampoco es usual que a su vez otro hombre se fije en este primero y se coloque a su lado mirando el mismo agujero con aire circunspecto.
Tras haberse unido un repartidor, un mecánico, un hombre de negocios, un chico que hacía footing y dos policías que alarmados se acercaron ante la eventualidad de algún suceso, la paloma que se posó en el alféizar de la ventana vio que, como es usual, la frutera de la esquina tuviese curiosidad y quedase hipnotizada por tan extraña cosa.
De repente el agujero, como si iniciase un bostezo, se abrió un poco.
Un autobús de turistas paró allí mismo y todos bajaron a observar con sus pantalones cortos y sus cámaras de fotos... y el agujero creció un poco más, aunque todos permanecían en el borde inmóviles y mudos, alguno boquiabierto, mirando.
Un general fue hacia allí por no se sabe qué rumores que circulaban, y en cuanto encontró un hueco entre tanta gente, ya había más de quinientas personas, todas en silencio, se quedó perplejo observando.
En fin así todo el día. Para media tarde el agujero en plena madurez había llegado a un tamaño de estanque y no se veía el fondo. Aún así estaba totalmente rodeado de gente.
A todo esto pasó un ciego a duras penas chocando su bastón entre tanta pierna. Simplemente dijo extrañado “¿pero qué es esto?” y el agujero, dió un respingo, y se cerró. Con toda aquella gente dentro. Sin un grito. Sin un ruido. Como si nunca hubiese pasado.
El ciego siguió caminando un poco más, ignorante de todo ello, y tropezó con un hombre al que se le calló el bombín. No es muy usual que hoy día un hombre provisto de traje oscuro, bombín y paraguas en la mano tropiece con un ciego que lleva bastón en plena calle. El hombre del traje oscuro, recogió del suelo su bombín del suelo recibiendo la disculpa correspondiente pero, en lugar de contestar al hombre ciego, se quedó apoyado en su paraguas con una mano, la otra en el bolsillo de la chaqueta de su traje y se quedó observando fijamente un pequeño agujero que había allí, en plena calle.
El ciego simplemente se encogió de hombros y siguió su camino.
La isla del tesoro
Martín Gaviota, tumbado en su hamaca de hojas de palmera, viendo la playa vacía a un lado, la playa vacía al otro, disfrutaba de su isla desierta a la sombra de un cocotero y cantando canciones en inglés.
De repente se quedó callado. “No me gusta la ropa que llevo” piensa, y apunta en su cuaderno imaginario de bitácora “Calma chicha. Con una niebla tan densa no ha sido difícil. He dibujado el mapa del tesoro en una mañana”.
Después ha seguido anotando, esta vez en el de verdad, una serie de hechos, pero escribiendo cada vez una letra menos de cada palabra, hasta que la hoja se quedó en blanco, y entonces dibujó una ballena.
miércoles, 11 de julio de 2007
El placer de ser uno mismo "con su mecanismo"
Sin embargo el resto de la semana siempre es otra cosa. Por ejemplo los lunes le gusta ser Napoleón invadiendo Prusia y llevando el Código Civil francés, modelo de progreso social y fuente de toda santidad revolucionaria ("capitidisminuciones" en La Bastilla incluidas) en la alforja de su caballo.
Los martes – como todo el mundo sabe el peor día de la semana – sin embargo le gusta ser bucanero altruista y defensor de los débiles, apuesto, gentil, y conquistador de tesoros y de damiselas en apuros, sable en ristre.
Los miércoles siempre se siente náufrago en tierra de nadie, mirando la copa de los árboles, el horizonte que se desdibuja curvado, y los pájaros que hacen juegos malabares.
Los jueves es un gran chef con carácter insoportable de pintor modernista y con un toque (para engañar a los críticos) de dadaísmo y pimienta.
Los viernes, ah los viernes... Livingstone supongo, viajando por el Congo, pensando en el Nilo, arrebatado por la espesa jungla y perseguido por la malaria en el jardín o en la cocina.
Los sábados primeros del mes es futbolista de primera, después los otros se siente más nostálgico, así que lee los titulares de los periódicos en busca de noticias aparentemente irrelevantes que enmascaran mensajes cifrados en códigos secretos, y limpia la casa por completo para comprobar la inexistencia de micrófonos ocultos.
Y sin embargo, a Benito le gustan los domingos porque puede descansar tranquilamente, estirando las piernas encima de la mesa y haciendo de la pereza una virtud, siendo sólo Benito, el vecino del quinto A, y pensando quizá en quién va a querer ser el día de mañana, lunes otra vez...