miércoles, 11 de julio de 2007

El placer de ser uno mismo "con su mecanismo"

A Benito le gustaban los domingos porque podía descansar tranquilamente, estirando las piernas encima de la mesa y haciendo de la pereza una virtud.
Sin embargo el resto de la semana siempre es otra cosa. Por ejemplo los lunes le gusta ser Napoleón invadiendo Prusia y llevando el Código Civil francés, modelo de progreso social y fuente de toda santidad revolucionaria ("capitidisminuciones" en La Bastilla incluidas) en la alforja de su caballo.
Los martes – como todo el mundo sabe el peor día de la semana – sin embargo le gusta ser bucanero altruista y defensor de los débiles, apuesto, gentil, y conquistador de tesoros y de damiselas en apuros, sable en ristre.
Los miércoles siempre se siente náufrago en tierra de nadie, mirando la copa de los árboles, el horizonte que se desdibuja curvado, y los pájaros que hacen juegos malabares.
Los jueves es un gran chef con carácter insoportable de pintor modernista y con un toque (para engañar a los críticos) de dadaísmo y pimienta.
Los viernes, ah los viernes... Livingstone supongo, viajando por el Congo, pensando en el Nilo, arrebatado por la espesa jungla y perseguido por la malaria en el jardín o en la cocina.
Los sábados primeros del mes es futbolista de primera, después los otros se siente más nostálgico, así que lee los titulares de los periódicos en busca de noticias aparentemente irrelevantes que enmascaran mensajes cifrados en códigos secretos, y limpia la casa por completo para comprobar la inexistencia de micrófonos ocultos.
Y sin embargo, a Benito le gustan los domingos porque puede descansar tranquilamente, estirando las piernas encima de la mesa y haciendo de la pereza una virtud, siendo sólo Benito, el vecino del quinto A, y pensando quizá en quién va a querer ser el día de mañana, lunes otra vez...

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